Situación del conocimiento histórico dominicano— La historiografía dominicana y los historiador@s más influyentes
A pesar de lo que puedan creer todavía muchas personas, una gran parte del pasado protagonizado por generaciones y generaciones de sus antepasados durante los últimos cinco siglos en el territorio que hoy es República Dominicana todavía hoy lo desconocemos porque, a pesar del numero de obras de historia publicado, en el país se ha investigado relativamente poco del total de documentos que durante siglos esos antepasados fueron dejando, y que se conservan en archivos como el Archivo General de la Nación en la ciudad de Santo Domingo o el Archivo General de Indias en la ciudad de Sevilla, España, así como en archivos de las iglesias parroquiales y los ayuntamientos, y en diversas instituciones del Estado como el Registro Civil y el Registro Catastral, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
La historiografía dominicana, o sea las obras publicadas hasta ahora sobre historia dominicana escritas por autor@s dominican@s, especialmente l@s autor@s de más prestigio, es la base principal de la mayor parte del conocimiento histórico disponible hoy en día sobre el pasado dominicano, y por tanto es también la fuente de procedencia de gran arte de la memoria histórica colectiva de l@sd dominican@s tal y como existe hoy en día.
L@s autor@s son muchos, pero posiblemente l@s más influyentes en nuestro momento histórico son los cronistas de la sociedad colonial Cristóbal Colón, Gonzalo Fernández de Oviedo y Bartolomé de Las Casas, José Sánchez Valverde y Joseph Peguero, seguidos de los historiador@s de la época nacional o de construcción del estado-nación José Gabriel García, Américo Lugo, Manuel Arturo Peña Batlle, Emilio Rodríguez Demorizi, Vetilio Alfau Durán, Emilio Cordero Michel, Hugo Tolentino Dipp, Franklin Franco, Roberto Cassá, Frank Moya Pons, Carlos Esteban Deive, Genaro Rodríguez Morel, Raymundo González, y algunos otros.
Existe además una amplia bibliografía por otr@s autor@s dominican@s posiblemente menos conocid@s que han hecho aportes muy importantes al conocimiento de temas y épocas específicas del pasado dominicano, además de varias decenas de obras de investigación de historiador@s extranjer@s sobre temas igualmente concretos cuyos aportes tampoco parecen haber llegado todavía a la memoria histórica pública dominicana o a la conversación pública normal dominicana sobre el pasado del país.
[Revisar:] Quizás lo más importante o útil a destacar en un diagnóstico de la situación del conocimiento histórico dominicano en la actualidad sea […] muy escasos e inestables mecanismos de formación de futur@s historiador@s, así como escasísimos recursos institucionales (especialmente en forma de puestos estables y garantizados de trabajo) dedicados a la investigación y a la difusión históricas, posiblemenete con la excepción del Departamento de Publicaciones del Archivo General de la Nación.
Ambos problemas requieren de un compromiso en forma de decisión política e institucional de parte de los gobiernos dominicanos y de las instituciones universitarias en cuanto a asignar los recursos presupuestarios (aulas, asignaturas, libros y otros materiales didácticos) y humanos (profesor@s en número suficiente y bien entrenad@s y equipad@s) mínimamente necesarios de manera permanente para que se pueda comenzar a salir de la situación de gran estancamiento que existe.
Los recursos mencionados son imprescindibles para la formación de una opinión pública en materia de historia que se constituya en instrumento educativo y cultural colectivo para que l@s dominican@s puedan disponer de un conocimiento y visión de su pasado que puedan incorporar al entendimiento del presente nacional y usarlo en su reflexión y toma de decisiones sobre su propio rol en las respuestas que necesitan los problemas nacionales.
Hay una necesidad urgente de crear instituciones permanentes y suficientemente equipadas y dotadas que puedan dedicarse exclusivamente a la investigación y que estén formadas por historiador@s bien entrenados y que puedan vivir de la profesión. Y debido al estado de estancamiento que se advierte en este aspecto, el aumento de inversión al respecto debe ser notable para que tenga impacto significativo.
El otro aspecto central de la situación descrita es la escasa incorporación o tratamiento del tema histórico en la conversación pública dominicana tal y como aparece en los medios de comunicación y en los momentos públicos de la vida de las instituciones públicas y privadas, y el carácter todavía demasiado limitado de los temas incluidos en la memoria histórica que se promueve de esa manera, con unos enfoques anticuados donde predomina frecuentemente la memoria de los hechos de las élites y sus miembros y se olvida y silencia el protagonismo fundamental que han tenido las mujeres y los grandes sectores o clases populares o no-ricos, gente con unos perfiles racial y cultural de mucha herencia negro-africana, en los acontecimientos nacionales.
De ambas formas nos hace falta una urgente democratización del conocimiento histórico, y para ello se requiere la dedicación de recursos suficientemente numerosos para poder incorporar de una vez por todas a las mujeres y a todos los sectores sociales del pueblo dominicano a su relato histórico.